Selección española
El rostro más novedoso de la selección, una todoterreno adicta al deporte
Nuria Martínez, team manager de España, es una periodista con experiencia en instituciones como el Atlético, la Federación de Baloncesto o la AFE

En un lenguaje formal se diría de ella que es multidisciplinar. De un modo más coloquial se le trataría como mujer todoterreno. Y si se le pregunta a ella directamente dirá que es un culo inquieto. Nuria Martínez Navas es una de las ... incorporaciones más recientes al numeroso grupo de trabajo que acompaña a la selección española. Su rostro ya empieza a ser reconocible para los aficionados durante los partidos, entre otras cosas porque es la encargada de darle al cuarto árbitro el cartelón con los cambios.
En octubre, en la Nations League , se estrenó como la nueva team manager del equipo en sustitución de la veterana Silvia Dorschnerova, toda una institución en la sede de la Federación Española que se jubiló después de veinte años como delegada. Nuria aterrizó en Las Rozas en junio, poco antes de la Eurocopa, procedente del Atlético de Madrid , club donde se encargaba de las relaciones institucionales, apoyo y mano derecha de Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo en todos los actos de signo rojiblanco. A Luis Rubiales, promotor de su fichaje, le conoció un poco antes, cuando era coordinadora del fútbol femenino en la AFE, la Asociación de Futbolistas Españoles. Y antes de eso fue muchas otras cosas. Sobre todo periodista, su verdadera vocación. Licenciada por el CEU, realizó también un máster en Conflictos Internacionales, porque le tiraba ser corresponsal de guerra. Al final ganó el pulso su otra pasión. «De niña jugué en la cantera de Estudiantes y tenía claro que si no era la guerra sería el deporte», explica a ABC. De la redacción del diario 'AS', donde se curtió entre crónicas de la canasta, pero también de otros muchos deportes, pasó a dirigir el gabinete de José Luis Sáez, presidente de la Federación Española de Baloncesto, donde vivió en primera persona el oro mundial en Saitama. Después, desembarcó en una agencia de representación de jugadores, donde ejerció como directora de comunicación y lifestyle. Una carrera completísima. «Siempre me he ido moviendo de un sitio a otro, aprendiendo y creciendo. Es lo que me gusta».
Ahora Nuria actúa como principal enlace entre la Federación Española y los responsables de competición de FIFA y UEFA, además de ocuparse de un amplio catálogo de tareas: «Llevo el contacto con el resto de federaciones y me encargo de que se cumplan los requerimientos que exige una determinada competición o partido. A través de plataformas online debemos avisar a FIFA y UEFA de nuestro plan de viaje, hoteles, equipaciones, alineaciones...». Toda esa actividad, marcada con estrictas fechas límite, crece aún más los días de partido, y no solo por los cartelones. «Por la mañana hay una reunión en el mismo estadio en la que se decide el acceso de los equipos, temas de seguridad y otros asuntos recurrentes, como cuantas veces se va a regar. También miro que las instalaciones que nos ponen a disposición tengan todo lo necesario para que el cuerpo técnico pueda desarrollar su trabajo».
«Una familia»
De carácter abierto y voluntarioso, Nuria explica que ha tenido una rápida adaptación a los códigos internos que se manejan en el seno del equipo nacional: «La gente que forma la selección es espectacular, un auténtica familia. Desde el primer momento me he sentido acogida. Tanto Rubiales como Molina , el director deportivo, nos insisten en que aquí todos venimos a lo mismo, a sumar y a ayudar. Y eso se transmite en todos los aspectos de la convivencia. De verdad que es un gustazo».

Hincha acérrima del Atlético, con abono en el fondo sur del Wanda Metropolitano, asegura que de las cosas más difíciles fue acostumbrarse a ver el fútbol a ras de césped: «En la grada es otra cosa, eso está claro. También se vive de forma distinta. Junto al banquillo tienes que aprender a verlo desde otra perspectiva, y al principio cuesta. No te enteras bien de lo que pasa en el campo, no te ubicas. Por suerte solo dura unos tres o cuatro minutos, pero hay que hacerse a ello».
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